lunes, 24 de septiembre de 2018

RESUMEN DE LA PELÍCULA "LA NOCHE DE LOS LÁPICES"

La pelicula cuenta la historia ocurrida en Septiembre de 1976 en La Plata, Argentina en la que varios estudiantes de secundaria (en su mayoría menores de edad), fueron secuestrados, torturados y asesinados durante la ultima dictadura Argentina, entre 1976 y 1983. Ésta inicia mostrando una de las reuniones que tuvieron lideres estudiantiles de colegios secundarios en la que tomaban una decición muy importante, si salir a protestar hasta el edificio de obras públicas, o solo dialogar con el gobierno. Las razón era que la dictadura había decidido dejar de entregar el boleto estudiantil secundario, una compensación económica que reducia los gastos en transporte, y aliviaba la economía de los estudiantes.
Estos líderes estudiantiles se encargaban de impartir a niños de diferentes barrios de La Plata ideologias, con el fin de que fueran capaces de exigir sus derechos. Una noche (del 16 de septiembre) estos líderes fueron sacados de sus domicilios por grupos que se hacían pasar por policías, los cuales los torturaban y amenazaban a sus padres con armas. Fueron llevados a centros de detección clandestinos, en donde eran desnudados y dejados solo su ropa interior y con sus ojos cubiertos, eran torturados con choques electricos, les quitaban las uñas, entre otras formas de tortura, con el fin de que les contaran acerca de los grupos “insurgentes”, de otras personas que fomentaron las marchas por el boleto estudiantil y por simple diversión. Las mujeres eran violadas de manera continua, algunas en estado de embarazo.
Muchos de estos estudiantes secuestrados fueron asesinados y su paradero es desconocido, muy pocos pudieron sobrevivir esta experiencia, uno de estos fue liberado en el final del film.


domingo, 23 de septiembre de 2018

Pablo Díaz, sobreviviente de la Noche de los Lapices recorre el Pozo de Banfield





El aire se cortaba en la sala del tribunal cuando Pablo Díaz, el sobreviviente de La Noche de los Lápices, clavó sus ojos en los del presidente de la Cámara Federal de la provincia de Buenos Aires, Leopoldo Schiffrin, y le dijo: "Nosotros nos miramos en el horror, sabemos del horror y en virtud de que muchos quedaron, siempre digo que nosotros fuimos los que les soltamos las manos a los compañeros ausentes. Y es cierto. Tenemos sus últimas miradas, sus últimas voces, sus últimas alegrías, sus últimos estados de depresión, sus últimos gritos... La responsabilidad mía, de andar testimoniando, no es agradable pero es justa. Y la responsabilidad --perdónenme-- que tienen ustedes, los jueces, no es la impunidad sino el castigo". El doctor Schiffrin se aclaró la garganta y le preguntó al testigo si quería agregar algo a una de las declaraciones más concretas y terribles de una causa monumental para conocer la verdad de las desapariciones en la que pueden llegar a escucharse tres mil testimonios. También le pidió respetuosamente si estaba dispuesto a responder "preguntas ampliatorias". "Sí, respondería", dijo Pablo Díaz, habitado todavía por las sombras entrañables o temibles que él mismo había convocado al recinto. Y el hombre recto y bondadoso que es el juez Schiffrin asomó bajo la toga del magistrado: "Se lo agradezco mucho, como agradezco el enorme esfuerzo que ha significado esta declaración que, desde luego, nos ha conmovido profundamente".

viernes, 21 de septiembre de 2018

MURALES Y MONUMENTOS CONMEMORATIVOS DE ESTA FECHA

MURALES Y MONUMENTOS CONMEMORATIVOS DE ESTA FECHA

¿QUÉ PASÓ HACE 40 AÑOS DURANTE LA NOCHE DE LOS LÁPICES?

LÁPICES QUE SIGUEN ESCRIBIENDO



Autor: Felipe Pigna

(Sic) "La crueldad no tenía límites en aquella Argentina ocupada de 1976 y esto estaba lejos de ser un defecto para los usurpadores del poder y sus socios civiles. Era para ellos una de sus virtudes aquella decisión “inclaudicable” de reorganizarnos, de llevarnos por la “senda de grandeza”, aquellos “objetivos sin plazos”, “aquel marchemos hacia las fronteras”, “el tiempo y esfuerzo, esenciales para cualquier logro”, el “achicar el Estado es agrandar la Nación” y todo esa palabrería hueca que escondía el vaciamiento del país y la peor matanza de la historia argentina.

Aquella matanza contó con el aval explícito del Departamento de Estado de los Estados Unidos, como lo recordaba el ex embajador en nuestro país Robert Hill: “Cuando Henry Kissinger llegó a la Conferencia de Ejércitos Americanos de Santiago de Chile, los generales argentinos estaban nerviosos ante la posibilidad de que los Estados Unidos les llamaran la atención sobre la situación de los derechos humanos. Pero Kissinger se limitó a decirle al canciller de la dictadura, almirante César Guzzetti, que el régimen debía resolver el problema antes de que el Congreso norteamericano reanudara sus sesiones en 1977. A buen entendedor, pocas palabras. El secretario de Estado Kissinger les dio luz verde para que continuaran con su ‘guerra sucia’. En el lapso de tres semanas empezó una ola de ejecuciones en masa. Centenares de detenidos fueron asesinados. Para fin del año 1976 había millares de muertos y desaparecidos más. Los militares ya no darían marcha atrás. Tenían las manos demasiado empapadas de sangre”.

El general-presidente Videla quiso convertir aquella masacre en una incógnita declarando que el desaparecido “no tiene entidad, no está ni muerto ni vivo, está desparecido”. La elección de la palabra no es aleatoria, es perversa en boca del verdugo, que no tenía ninguna duda sobre el destino de los prisioneros políticosy exhibía en público el terrible método elegido para atormentar aun más a los familiares: crear la incógnita sobre el destino de su ser querido. Aquel desconocimiento era parcial porque el horizonte del grupo familiar que sufría la pérdida era dramático y no era tan incógnito el destino sufrido por la víctima como conocer el lugar de detención y poder saber si seguía con vida. Sobre el resto no había incógnitas, había certezas, dolor, soledad y búsqueda incesante.

En aquel panorama la represión en los colegios secundarios fue muy dura, y apuntó a terminar con el alto nivel de participación política de los jóvenes en los centros de estudiantes y en las agrupaciones políticas.

Las invitaciones a vigilar y castigar pasaban de la conferencia de prensa a la sala de torturas y a la muerte. Muchos colegios secundarios del país tienen hoy placas conmemorativas de sus alumnos desaparecidos.

El hecho emblemático, “didáctico” de aquel terrorismo de Estado fue el que pasó a la historia como “la noche de los lápices”, aquella noche del 16 de septiembre de 1976 -21 aniversario del derrocamiento del primer peronismo por la autodenominada Revolución Libertadora- en la que fue secuestrado un grupo de jóvenes militantes secundarios de la ciudad de La Plata y alrededores. La que había sido la ciudad Eva Perón era ahora el reino del general Ibérico Saint James, autor “literario” de la inolvidable frase: “Primero mataremos a todos los subversivos, luego a sus colaboradores, después a sus simpatizantes, luego a los indiferentes y por último a los tímidos”.

En la corte de Saint James había personajes de la talla del general Camps y su mano derecha -curiosidades de la literalidad- el comisario Miguel Etchecolatz. Fueron ellos los responsables directos del secuestro, tortura y muerte de estos jóvenes, para los que nadie reclama inocencia según los parámetros de una dictadura culpable por naturaleza y que salen honrados de la vergonzosa afirmación que aún hoy campea por estas tierras, ese “algo habrán hecho” que tanto daño hizo y hace.

Claro que hicieron algo, mucho. La mayoría de ellos provenían de hogares de clase media, no tenían problema en pagar el boleto de colectivo, pero sabían que había muchos de sus compañeros que no, que ya a esa corta edad tenían antigüedad en sus trabajos y que había que conseguir el boleto estudiantil para todos. Comenzaron a organizarse en cada colegio y del colegio al barrio y de ahí a la zona y nació así la Coordinadora de Estudiantes Secundarios que nucleaba a miles de ellos de todos lados y logró arrancarle al gobierno de Isabel aquel derecho. Fueron días de festejo acotado, corrido por gases y vigilado de cerca por la Triple A.

Producido el golpe, la estrategia fue suspender en agosto de 1976 la vigencia del boleto estudiantil y esperar la protesta y que los estudiantes volvieran a luchar por lo que les correspondía. Las razzias duraron dos meses y el pico de detenciones se produjo aquella noche de septiembre.

Recuerda Pablo Díaz, uno de los sobrevivientes de aquel horror que: “Hay un documento de la Jefatura de la Policía de la Provincia de Buenos Aires que se llama específicamente La Noche de los Lápices. Ese documento, firmado por un comisario mayor Fernández, en ese momento asesor del Consejo del general Camps y Etchecolatz, hablaba de que luego de desarticulados política e ideológicamente los sectores “subversivos” como universitarios, barriales, trabajadores, la piedra angular eran los “potenciales subversivos”, que eran los estudiantes secundarios que eran líderes en sus escuelas. Ellos hablaban de “semillero”, de “potenciales subversivos”.

Los jóvenes secuestrados en aquella “Noche de los lápices” fueron arrancados de sus casas en la madrugada y llevados inicialmente a la “División cuatrerismo” de la policía bonaerense, donde funcionaba el centro clandestino de detención conocido como “Arana”. De allí pasaron a la División de Investigaciones de Banfield, tristemente célebre como el “Pozo de Banfield”.

Allí conocieron el horror en toda su expresión: “Nosotros, en el Pozo de Banfield, éramos adolescentes que teníamos a nuestro cuidado mujeres embarazadas. En el período en que nosotros estuvimos, desde septiembre a diciembre de 1976, fuimos testigos de tres partos. A nosotros, que teníamos entre 15 y 17 años, nos ponían en un calabozo con una compañera embarazada a punto de dar a luz y cuando ellas empezaban con trabajo de parto teníamos que golpear fuertemente la celda. Estábamos en el tercer piso y hoy se sabe que en el segundo piso de donde estábamos nosotros estaba la sala de parto del médico (Jorge) Bergés. Tuvimos tres situaciones de ésas. Golpeábamos la celda, las venían a buscar y después escuchábamos el llanto del bebé. Nosotros, tanto los adolescentes que estábamos en el traslado final como las mujeres embarazadas, a las que el único cuidado apuntaba a lo que tenían dentro de la pancita, éramos residuos. Como tales, éramos mantenidos. No teníamos un destino presupuesto”.

Allí padecieron la tortura, simulacros de fusilamiento y el vano intento de imponerles otra mentalidad, la forma correcta de “procesar” aquel país y aceptarlo tal cual era en 1976, un país atendido por sus dueños. Tuvieron sus cuerpos pero no su obediencia. Como dicen las pancartas de los estudiantes de hoy, aquellos lápices siguen escribiendo.

https://www.elhistoriador.com.ar/lapices-que-siguen-escribiendo/ 


NUNCA MÁS!!!



Para Recordar!!!

A 42 años de la Noche de los Lápices


La noche del 16 de septiembre de 1976, en el marco del terrorismo de estado ejercido por la última dictadura cívico militar en Argentina, se llevó adelante un operativo donde se secuestró, torturó y desapareció a estudiantes secundarios, la mayoría de ellos jóvenes militantes políticos de la ciudad de La Plata, Provincia de Buenos Aires. Estos jóvenes habían luchado en defensa del boleto estudiantil y tenían, además, una militancia activa fuertemente comprometida con la transformación de la sociedad, con la justicia y contra la pobreza...

Para no olvidar!!!...

A días de que en Moreno se amenazó a docentes y se secuestró, torturó y tajeó en su panza a la docente Corina De Bonis por cocinarle y darle de comer a niños con hambre en una olla popular... 


NUNCA MÁS!!!!

REPORTAJE EMILCE MOLER, UNA SOBREVIVIENTE


A 42 años de "La Noche de los Lápices": el dramático testimonio de una sobreviviente


http://www.infobae.com/sociedad/2018/09/16/a-42-anos-de-la-noche-de-los-lapices-el-dramatico-testimonio-de-una-sobreviviente/

POEMA de Pablo Díaz a Claudia Falcone


EN QUÉ MUNDO TE ENCUENTRO

(Poema de #PabloDíaz, sobreviviente, a #ClaudiaFalcone, una de las jóvenes desaparecidas durante #LaNocheDeLosLápices)

Hoy

me he quedado inmóvil observando en el recuerdo
el beso que se estrellaba en el muro.
Flor o acero. Ni ángel ni desángel.
Sólo la verdad desnuda.
La voz es un reclamo de amor y un instante duro.
Pero las manos no pierden el momento de tus manos.
¿dónde estás, en qué tiempo, en qué mundo te encuentro?
¿Hasta dónde estiro la mirada para verte?
Si me dieras una señal, el próximo 31 de diciembre
me llegaría hasta vos.
No creas que no te busco, no me olvido,
pues no hubo adiós; nos dijimos hasta luego.
Por favor, que las aguas del mar te traigan hasta mí.
O la soledad del otoño,
o las flores de la primavera.
Como quieras.
Pero no dejes de volver a lo que soñamos.
Si no es conmigo, ojalá que igual estés en paz.
¿Te acordás?
Habíamos quedado en ir de vacaciones
o de juntarnos todos los chicos a tomar cerveza.
Pero estoy solo, ni vos ni ellos han vuelto.
Y yo camino mirando a ver si los encuentro.
Me junto con sus madres, padres, hermanos,
tíos, amigos,
y no sé qué decirles, ¿dónde están las palabras para ellos?
Todavía no he aprendido a no desafinar,
¿y las idas a las villas?
¿Qué es esto de sobreviviente? ¡Por favor!
Que algún día los encuentre.

PROHIBIDO OLVIDAR


IMÁGENES DE LOS DESAPARECIDOS


Noche de los lápices
El 16 de septiembre es una fecha que, además de haber sido fijada en el calendario escolar por diferentes legislaciones, debe su impulso a quienes la sintieron como propia desde la recuperación de la democracia: los estudiantes.

Este día, que recuerda un hecho represivo conocido como La Noche de los Lápices, trae a la memoria a un grupo de jóvenes estudiantes secundarios  que fueron secuestrados por la última dictadura (1976 – 1983) en la ciudad de La Plata. La fecha es hoy un aniversario de alcance nacional y el suceso es conocido mundialmente porque en él se sintetizan muchos de los elementos más profundos de las memorias sobre el terrorismo de Estado y porque se trata de un hecho que atacó centralmente a los jóvenes.

Constituye un hito de la memoria social por el valor que tiene para reflexionar acerca de la construcción de esa memoria y sus transformaciones en función de los cambios del presente.


A mediados de septiembre de 1976 en la ciudad de La Plata un grupo de estudiantes secundarios fue secuestrado por las Fuerzas Armadas. Entre ellos estaban: Francisco López Muntaner, María Claudia Falcone, Claudio de Acha, Horacio Ángel Ungaro, Daniel Alberto Racero, María Clara Ciocchini, Pablo Díaz, Patricia Miranda, Gustavo Calotti y Emilce Moler.

Durante su secuestro, los jóvenes fueron sometidos a torturas y vejámenes en distintos centros clandestinos, entre ellos el Pozo de Arana, el Pozo de Banfield, la Brigada de Investigaciones de Quilmes y la Brigada de Avellaneda. Seis de ellos continúan desaparecidos (Francisco, María Claudia, Claudio, Horacio Daniel y María Clara) y sólo cuatro pudieron sobrevivir, Pablo Díaz, Gustavo Calotti, Emilce Moler y Patricia Miranda. Este episodio, por lo tanto, constituye uno de los crímenes de lesa humanidad cometidos por el terrorismo de Estado



RESUMEN DE LA PELÍCULA "LA NOCHE DE LOS LÁPICES"

La pelicula cuenta la historia ocurrida en Septiembre de 1976 en La Plata, Argentina en la que varios estudiantes de secundaria (en su ma...